lunes, 13 de junio de 2016

Liceo Bicentenario (última parte)

Para celebrar el natalicio del prócer por el que lleva el nombre el Liceo Bicentenario, nos invitaron de Santiago para ir a una ceremonia. La Directora aprovechó para realizar contactos con el MIM para que los estudiantes pudieran asistir a ese museo. La idea a priori era genial.
Cuando fuimos ese aciago día, fui el profesor que más trabajó, ordenando a los estudiantes, calmándolos, dirigiéndolos, formándolos, etc... mientras que los otros colegas parecía que iban de paseo. De verdad una lata, ya que gran peso del viaje me lo llevé yo y de manera gratuita.
Al llegar al MIM me relajé, ya que ahí no debía andar tan preocupado de los chicos y me entretuve bastante en ese museo. Pero el problema estaba al llegar.
Recuerdo que a las 17hrs. debíamos estar en la sala de cine del MIM. Llevé, nuevamente prácticamente solo, a los chicos para no tardarnos, pero la función había empezado sin nuestro liceo, a lo cual la Directora fue a reclamar. Pero al parecer no había solución.
Frente a eso le pregunté al Jefe de UTP que iba con nosotros, un ratón de cola larga, qué iba a pasar, me dijo que no habría función y que podíamos seguir dando vueltas por el museo. Yo feliz fui a seguir recorriéndolo. Fue en ese momento en que me encontré con una estudiante, que no estaba en el grupo, si no en el segundo piso, le pregunté por qué no estaba en el grupo principal y me contestó que se había demorado. En eso veo a lo lejos que nuestro liceo estaba entrando a la sala de cine. No alcanzábamos a llegar. Así que nos quedamos en el segundo piso en la sala del espacio. Lamentablemente para mi, se me pasó la hora.
Cuando volvimos la Directora estaba furia y delante de los estudiantes me reprendió fuertemente. Yo no contesté, para evitar un altercado mayor. Pedí las disculpas del caso y subí al bus.
El problema no quedó ahí, ya que supe que el lunes siguiente la Directora de este Liceo Bicentenario llamó a la estudiante y la interrogó sobre mi actuar y si incluso me había sobrepasado. Obviamente ella le dijo que no, sin embargo la directora insistía y que la iban a proteger si confesaba. Nuevamente ella dijo que nada había pasado.
El segundo en ser interrogado fui yo, incluso me obligaba ha firmar una declaración en que el Liceo Bicentenario quedaba fuera de cualquier acción legal que pudiera emprender la familia de la estudiante. Esto me enfureció y le dije que no iba a firmar nada, porque no había hecho nada malo. A lo cual ella me decía que no iba a salir de su oficina hasta que la firmara. Al final le dije "perfecto la firmaré, pero al dorso estará mi versión de la historia y Usted también la va a firmar". Ella no quería, me discutió que no correspondía, a lo que repuse "usted está haciendo lo mismo". Al final accedió y ambos firmamos nuestras versiones de una misma historia.
Cuento corto, esto hizo que definitivamente rompiera relaciones con la Directora y sellara mi destino en el Liceo Bicentenario.
Al finalizar el año, casi todos los colegas comenzaron a hablar acerca de sus renovaciones de contrato en el colegio. A mi nada me decían. Es más en el IMCO el jefe UTP me preguntó directamente qué iba a pasar conmigo, porque sabía que los otros colegas que trabajaban en ambos colegios bajaban las horas y otros se retiraban para irse al Bicentenario. Yo no supe que responder.
Envalentonado, un día de completación le pregunté al Jefe UTP, el ratón de cola larga, qué iba a pasar conmigo y él, muy suelto de cuerpo, me dice "Nadie sabe, ni yo". Molesto le replico que no me mienta, que yo ya sabía quienes habían sido renovados, incluso apuntando a mis colegas y las horas de contrato que tendrían. Al darse cuenta que lo había acorralado, escondió la cola y me dijo que debía hablar con la Directora, que justo apareció, pero ella no se hizo cargo de la situación y me dijo que debía hablar con el Jefe Daem.
Aún recuerdo que fue el 3 de Enero (SÍ, EN ENERO!!!) que el Jefe Daem me llamó diciendo que no seguía en el Liceo Bicentenario, ya que la Evaluación por mi desempeño era mala. Le espeté que no había visto mi evaluación, que eso iba en contra de las normas y que exigía verla, a lo cual me respondió que no la tenía a mano. De todas maneras decía que le extrañaba la evaluación, ya que escuchaba a docentes, apoderados, auxiliares y sobre todo estudiantes hablar muy bien de mi. Pero al final la que decidía era la Directora y que ella me evaluó mal. Y punto final.
Me fui a despedir de los colegas que estaban en el Liceo y salió la Directora muy campante a abrazarme y me dijo "Lo siento". Me aparté, la miré con desdén, obvio no la abracé y fríamente le dije "Hasta luego".
Ese fue el final de mi aventura, que tuvo momentos geniales y otros horrendos, pero que me hizo conocer a unos estudiantes maravillosos, que tienen un futuro enorme por delante y a colegas que les puedo llamar amigos.